Casa Guarderas
Esta mansión, una de las pocas que aún se conservan de los grandes y lujosos palacetes que llenaban la zona a inicios del siglo XX, fue levantada por la familia Guarderas para convertirse en su residencia cuando la aristocracia se mudó del Centro Histórico hacia la ciudad ajardinada que crecía al norte de La Alameda, entre las ciudadelas Larrea y Mariscal Sucre.
Desde su balcón principal, el presidente José María Velasco Ibarra ofreció varios discursos a la ciudadanía que le valieron llegar a la presidencia en varias ocasiones; en conmemoración de esos actos, se levantó un monumento a su memoria frente a la casa, en el parque El Ejido, titulado «Dadme un balcón» (frase que Velasco Ibarra repetía constantemente). De igual forma sirvió como escenario a algún discurso del también presidente Camilo Ponce Enríquez.
El inmueble pasó después a manos del doctor Estuardo Cevallos, recordado profesor de Biología y Nutrición en el Colegio Nacional Juan Pío Montúfar de Quito, que la heredó a su hija Irma, casada desde 1960 con el célebre músico riobambeño Fausto Gortaire Chiriboga, leyenda del pasillo ecuatoriano conocido como «el Quijote de la canción», que llegó a compartir escenario con el no menos famoso jazzista estadounidense Tony Bennet.
Durante largos años, en los locales de la planta baja funcionó la importadora de repuestos automotrices Casa Cobo, de Cristóbal Cobo Arias. Otros comercios que pasaron por los bajos fueron el almacén musical San Remo, de un señor apellidado Echeverría, el delicatessen y licorería de la familia Sarzosa, una botica y una sala de billar.
Finalmente, Fausto Gortaire fallecería en esta propiedad el 7 de abril de 2014, y sus tres hijos la pusieron a la venta. Fue adquirida en 2018 para fines aún desconocidos, y se inició un minucioso proceso de reforzamiento y recuperación a cargo del ingeniero César Arroyo Pérez, de la Constructora Cubicular, que aún no ha concluido en su totalidad.
Fuente: LosLadrillosDeQuito
