Chillogallo – Leyenda
El pueblo de montañas azules y quebradas, ubicado en las faldas del Pichincha, se llamó Kitwa (Quito) y sus habitantes adoraban al sol, a la luna y al Dios Kon, creador de los elementos fundamentales de la vida: fuego, tierra, aire y agua.
Los señores del gobierno eran los Shyris, hacedores de leyes cósmicas, hablaban el shilli panu o urapanu. Vivían adentrados en la naturaleza, en los conocimientos y pacíficas convivencias asimilando las” energías críticas llamadas «mana» o espíritu
El quiteño Huachi (saeta) descendiente de los Kitwas reinaba pacíficamente, en vez de la guerra prefería la paz. Atendía los requerimientos de su pueblo. Pidió al Dios Kon le favoreciese subir al cielo (Jahuapacha) para embellecer la vida de la tierra llamada Chillogallo, sin codicia ni ambición.
Desde entonces trabajó con las comunidades satisfaciendo las necesidades tanto en la época del brote de las hojas, la floración, la época de la mazorca tierna y madura del maíz como el tiempo de las cosechas
No faltó el agradecimiento a los dioses con fiestas, abundantes bebidas y danzas. La celebración del Intiraymi se efectuaba en la cumbre del Yavirac, en homenaje a los varones y el culto a la luna lo hacían las mujeres en la colina de San Juan, denominada Hanacauri o cordero manso
En medio de árboles, arroyos y siembras, meditaba Huachi, dispuesto a cuidar de sus súbditos. La luz del Jahuapacha (cielo), acercó a una mensajera de alas plateadas quien le llevó donde la Luna para que purificase su corazón
Pasó el tiempo y a su regreso miró detenidamente la llanura de Chillogallo que significa «envoltura de cielo» por su fertilidad en la altura. Chilli Huayllu o Chillogallo viene de Chilly: frío y Huayllu, hondonada. Huachi se admiró del progreso alcanzando y observando a los suyos dedicados al trabajo, con su luz propia se envolvió en los resplandores.
Aconsejó a los súbditos defiendan la tierra con inteligencia y corazón para que no sean vencidos ni desdichados. Todos pensaron en Pachacámag que les daba luz, vida y les invitaba a purificarse en medio de cantos, danzas, vasijas y maizales picoteados por los colibríes y otras aves.
La leyenda cuenta que el nombre Chillogallo: hondonada fría de Quito tierra negra muy alta, se relaciona también con el Mariscal Antonio José de Sucre, quien escuchó el canto de un gallo anunciador del triunfo de Pichincha. Por esta circunstancia quedó el nombre de Chillogallo.
Tanto el trabajo de Huachi, shyri quiteño, como el acontecimiento de La independencia alcanzada por el Mariscal Sucre, retiene la luz y clarinada del Pichincha.
Conservarlas en el corazón y en la mente, contribuye a reconocer el origen de los nombres nacidos de la libertad, de nuevos caminos y del trabajo que enaltece a la ciudad
Fuente: LEYENDAS Y TRADICIONES QUITEÑAS – Oswaldo Rivera Villavicencio
