El Duende de Mulauco
Hace mucho tiempo, cuando no existía luz eléctrica, la matriarca de una de las familias ancestrales de Mulauco, contó con lujo de detalle, lo acontecido cuando era una adolescente de apenas 13 años.
“En esos tiempos a las mujeres nos ponían tareas para tenernos ocupadas, nos correspondía cuidar y dar agua a las mulas que llegaban del oriente con cargas de panela, cañas y pomas de aguardiente.
Un día estando en la quebrada huarmihayco, cerca del puente divisorio entre los barrios Mulauco y La Virginia, vi a “un niño” que me estaba dando besos volados, le conté a mi mamá, quien se dio cuenta que se trataba de un duende enamorado que se interesó en mí.
Cada que pasaba por el puente sentía la presencia del duende y me echaba a correr en busca de mi mamá. Es cuando el duende enamorado al ver que no le correspondí, comenzó a martirizarnos haciendo muchas maldades.
Cuando no había nadie en casa él se entraba y mataba a los cuyes, se llevaba las botas con las que asistíamos a la escuela de Pifo, revolvía ropa, botaba los platos, por las noches desataba las mulas y así una infinidad de travesuras.
Mis padres preocupados trataban de buscar una solución al problema y nada funcionaba, todo lo que les aconsejaban que hicieran no daba resultado y las maldades del duende enamorado seguían.
En esos tiempos se acostumbraba a guardar dinero, que era sagrado cogerlo, debajo de los Santos de un pequeño altar que había en la casa. Cual fue la sorpresa que diez sucres desaparecieron.
Como a los siete días estando conversando en familia, vimos como del tejado cayó un papel justo en el pie de mi papá, cuando él se da cuenta era el billete de diez sucres que había desaparecido; todos comentábamos que eso era obra del duende.
A la final nos aconsejaron lo siguiente:
Jugar con las heces mientras el duende te mira, el duende al instante se desenamoró, cuando vio lo que estaba haciendo se largó haciendo muecas, vociferando unas palabras que no entendía, pero que, si pude comprender, el duende se fue insultando entre la maleza del campo hasta perderse bajo el puente. Nunca más lo vi
Fuente: parroquiapifo.blogspot
