La Cascada de Peguche
Se dice que en su interior existe una cueva donde está una paila llena de oro y está custodiada por dos grandes perros negros y a un costado está sentado el diablo con un plato de arena que es intercambiado por la paila de oro a manera de préstamo, para quienes desean hacer negocios con este personaje.
La condición es que a diario se vaya desechando un granito de arena y si el plazo se vence y el pago no se efectúa, cuando se termina hasta el último rezago de arena, el demonio se apodera del alma de quien realizó el trato.
Hace muchos años, el Jefe Político de Otavalo había viajado a Peguche a una fiesta donde bebieron demasiado, hasta perder la cuenta. A la media noche, pese a su estado, decidió retirarse, montó su caballo e inició el viaje de retorno.
A las 00:00 en punto pasó por la cascada de Peguche y de pronto el caballo se detuvo. el animal no se movía. Ante esto, pensó que lo mejor sería bajarse de este para revisarlo, cuando lo hizo se dio cuenta que arrojaba espuma por su hocico.
A pocos pasos vio algo que le llenó de terror, un ser que no tenía rostro ordenaba a varios indígenas que se formaran en fila. El misterioso personaje llamó al primero de la hilera y con una gran espada le cortó su cabeza, lo mismo hizo con los siguientes.
El hombre creyó que deliraba y se dirigió hacia la cascada para tomar un poco de agua y refrescarse, al acercarse a la chorrera de agua visualizó que en el centro de la corriente se encontraba un ser extraño y repugnante que tenía dos grandes cuernos y una cola espantosa.
En ese mismo instante, el caballo salió despavorido y, para suerte del político, logró sostenerse de la cola del animal y huyó con este. Al llegar al centro de Otavalo, el sujeto, muy asustado, se topó su cabeza para cerciorarse que se encuentre completo, sano y salvo, dándose cuenta que estaba libre de todo mal.
El caballo, en cambio, no corrió con la misma suerte, pues cayó enfermo y al siguiente día, a las 00:00, murió.
Fuente: LaHora
