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QuitoEn360 | 05/08/2021 | 0 Comments

Los Ajusticiados de San Blas

La parroquia de San Blas, placeta llamadas Cuchipamba del Quito colonial, se originó con el fin de bautizar y cristianizar a los indígenas, en una explanada pequeña de tierras secas.

Durante mucho tiempo indígenas, mestizos y blancos, vivían de las labores comerciales, rodeados de lomas al oriente y occidente.

La tradición recuerda a Diego Figueroa, quiteño, alcalde de indios, quien construyó la iglesia de San Blas, fundó las parroquias de Chillogallo y la Magdalena.

Con los años San Blas se transformó en sector comercial. Se observaban diariamente las consignaciones de frutas traídas de Perucho, Puéllaro, Guayllabamba, Zámbiza y más lugares.

Pero también crecía la pobreza compacta de los braseros y ollas de barro bajo los aleros.

La tradición sostiene que, en San Blas, vivían familias adineradas Más tarde se levantó la primera Plaza de Toros en 1894

El barrio de San Blas intervino patrióticamente en los levantamientos de las Alcabalas, Los Estancos, la Revolución del 10 de Agosto de 1809 y del 2 de Agosto de 1810, junto a los próceres que lucharon por la independencia.

Cuenta la tradición que un día los vecinos de San Blas, en movimientos inusitados observaron un hecho trágico efectuado por los españoles en esta plaza donde solían poner la horca para los malhechores.

Ahí se vio el ajusticiamiento a tres inocentes, entre ellos un sacerdote que pedía justicia y en prueba de su inocencia gritó: «Se secará este lugar y jamás crecerá la hierba». «Somos inocentes».

El acontecimiento todavía camina hecho recuerdo. La inocencia asciende por horizontes grises y circula cada mañana rememorando a aquellos ajusticiados que trabajaron por San Blas y Quito dejando sudores de redención.

Fuente: LEYENDAS Y TRADICIONES QUITEÑAS – OSWALDO RIVERA VILLAVICENCIO


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