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QuitoEn360 | 14/06/2021 | 0 Comments

Palacio de la Circasiana

La propiedad fue concebida originalmente como una quinta de descanso a las afueras de la ciudad de Quito, que para finales del siglo XIX avanzaba únicamente hasta los alrededores del parque La Alameda, por lo que su ubicación en la zona indígena de Santa Clara de San Millán estaba relativamente alejada.

Es precisamente esta comunidad la que habría vendido en primer lugar el gran retazo de terreno a los Jijón, pues su jurisdicción avanzaba desde aquí y hasta las faldas del volcán Pichincha por el occidente.

El pabellón de fin de semana, que corresponde a la primera etapa constructiva del inmueble y que actualmente se encuentra hacia la avenida 10 de Agosto, fue mandado a levantar por los terrateniente y aristócratas quiteños Manuel Jijón Larrea (1860-1908) y su esposa Dolores Caamaño y Almada (1859-1915), para lo que contrataron los servicios del arquitecto prusiano Franz Schmidt, que contaba entre sus obras a edificios tan importantes como el Teatro Nacional Sucre, el Mercado de Santa Clara y el Antiguo Hospital Militar de San Juan.

Schmidt construiría un bloque perfectamente rectangular y simétrico en estilo neoclásico palladiano, con un primer piso a modo de sótano para las áreas de servicio, cocina, bodegaje y dormitorios de la servidumbre; un segundo con acceso por las famosas escaleras flanqueadas de leones de bronce, en la que se encontraban los salones de recibo y las habitaciones; y finalmente un volumen central en la terraza, donde existían una habitación y un oratorio con linterna para iluminarlo desde el techo.

El nombre de la propiedad fue escogido por doña Dolores, que comparaba la belleza del edificio con la de las mujeres de Circasia, en la Rusia transcaucásica, que en aquella época eran consideradas las más hermosas del mundo.

En la década de 1930 Jacinto decidió ampliar el edificio con una estructura posterior en forma de herradura, que al adosarse al pabellón original terminaría por crear un patio interior y cubierto al centro, en el que se construyó una piscina.

Fuente: Los Ladrillos de Quito


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